sábado, 29 de diciembre de 2007

Bennazir Bhuto

Han asesinado a Benazir Bhuto en Rapalwindi a media campaña electoral.


Del criminal siniestro se han divulgado varias versiones: que si tres tiros y después una explosión, que si la explosión y tres tiros, que si no fueron los tiros, sino la onda expansiva de la explosión la que la “mando” contra los bordes retorcidos del chasis, que si fue un tiro en el cuello, lo que la mató…En fin, como la han enterrado sin autopsia, no se podrá saber. Oscurantismo. ¡Buena forma de investigar el crimen.


Los partidarios de la muerta se han echado a la calle a vocear, asaltar tiendas, bancos, a … dar palos de ciego. Éste ha sido el momento adecuado para que los delincuentes hayan hecho su agosto, vivan de gorra unos meses, años o toda la vida. Lo peor, que, por ahora, van 20 muertos y varias decenas de heridos. El caos es el dueño de la situación y el orden ha sido desbordado.


Pronto han llegado las declaraciones: Según Mussarraf: “el atentado es obra de los terroristas, contra los que luchamos, seguiremos con el proceso electoral, que ellos quieren parar”
Seguro que Maquiavelo le ha aconsejado “no pares el proceso, manifiéstate valiente y aprovecha que no tienes oposición para seguir unos años más…” ¡Qué malo este Maquiavelo!
Según el marido de la finada, el play-boy Alí Zardary, “están implicados los servicios secretos…”. Y los dirigentes del mundo lo despachan con tópicos: “ha sido un acto cobarde” y cosas por el estilo…


Demagogia, demagogia, demagogia…


Trágica ha sido la historia de la familia Bhuto: Su padre, Zulfikar, fue, en 1970, el primer ministro del país elegido democráticamente, aunque siempre fue un autócrata, obsesionado por la nuclearización e islamización del país. En 1977 el coronel Zía-Ul Haq le mando una pareja de militares para detenerlo y dos años después le ahorcó. Sus hijos, por pies, corrieron al exilio, pero cada uno por su sitio, porque no sólo no se llevaban bien, sino que se odiaban.


Uno de ellos, Shahuzawar, dicen que fue envenenado en Cannes por su cuñada, a la vez hermana de su mujer.





Benazir, por su parte, guapa, lista y con tesón, se preparó en Harvard y Oxford para volver a mandar en su país y lo logró en 1986 con 35 años, siendo la primera mujer presidente de un estado musulmán.

El otro hermano, Muraza, creo un grupo armado y después, ya por las buenas, logró sacar acta de diputado, al frente de un partido, opuesto al de su hermana, que le detuvo, cuando entraba en el país a por el acta. Dos años después le abatió la policía en una calle de Karachi, sin más.

La actual asesinada, atascada entre las intrigas y la corrupción, de nuevo tuvo que salir al exilio, huyendo en este caso del actual presidente Mussarraf y … ¡vuelta a empezar a preparar la toma del poder! Esto es así, porque los Bhuto tienen la genética programada para mandar.


Pakistán en estos días hierve. Es un arsenal nuclear –se estima posee 100 bombas atómicas-, que asusta a los occidentales y da envidia a sus vecinos, es la base de los talibanes afganos, el norte es un territorio sin ley, aunque acaten el Korán, está rebosante de predicadores y terroristas, es un país radicalizado, donde los militares y los servicios secretos dominan, no hay sociedad civil, ni arraigo democrático. Es un país dividido, al borde de la guerra civil.
Como otros países de su entorno se mata, se elimina, se intimida, se derroca, se asesina, se arman milicias, se trafica con armas, se adoctrina a terroristas suicidas…

¡Qué le vamos a hacer! Ver oír y contarlo.

¿Quién se cargó a Bhuto?. Una de dos: o los militares y servicios secretos o los islamistas radicales de Al Queda. Se puede saber apostando a los dados o al “pinto, pinto, gorgorito…”, pero ¡que más da que los criminales sean legales o estén ilegalizados!

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