viernes, 28 de marzo de 2008

El "homo antecessor"

El día 30 de junio de 2007 un espabilado estudiante de arqueología encontró una mandíbula con algunos dientes en la excavación, dirigida por tres expertos arqueólogos en la sierra de Atapuerca, provincia de Burgos.

Casi 9 meses después, tras profundos análisis e investigaciones de aquel hueso dentado, los concienzudos expertos han divulgado la llamativa noticia de que su ilustre propietario era el “homo antecesor”, un “tipo”que había vivido hacia 1,2 millones de años, mes arriba, mes abajo, que comía carne humana y que su bocado preferido era el tuétano de los huesos, es decir, que era un empedernido caníbal.

Los paleontólogos y arqueólogos están que se salen, husmeando como los hurones y rebuscando huesos, dientes y piedras talladas por cuevas, simas y agujeros. En la “Sima de los Huesos” se han encontrado amontonados cientos de ellos. Parece ser que aquellos “medio-animales” tenían buen “saque”, que se iban a comer al lado de la sima y, una vez raídos los huesos, los tiraban al agujero, como si fuera un cubo de basura.

¡Fuera pitorreo, que esto es muy serio!


Cada día en la excavación encuentran piedras talladas, huesos y dientes grandes, pequeños, partidos, enteros, de humanos, de rinocerontes, hipopótamos, tigres, elefantes, erizos, musarañas…, que son rescatados, clasificados y diseccionados por 150 excavadores, la mayoría estudiantes universitarios, ilusionados con encontrar el hueso definitivo y salir en los medios de comunicación. Todos los trabajos se hacen con mucho rigor, utilizando resonancias paramagnéticas, aparatos de luminiscencia, paleomagnetismo, técnicas de datación del uranio/torio, métodos cosmogénicos…en fin, tecnología punta, porque un fallo supone la caída en desgracia del director de la excavación por el cachondeo, desprecio y sonoras carcajadas de sus colegas.

La sierra de Atapuerca ya se ha hecho muy famosa en todo el mundo por sus hallazgos en la Sima de los Huesos, la Sima del Elefante, la Cueva de los Zarpazos, la Cueva del Mirador y, sobre todo, la Gran Dolina. Allí se encontró un premolar de 1,3 millones de años, una fogata de 300.000 años, el cráneo de “Miguelón” en honor de Indurain de 900.000 años –mes arriba, mes abajo-…

Los homínidos de Atapuerca por “aquel entonces” eran corpulentos, medían 1,75 mts. de altura y pesaban alrededor de 100 Kgs. No tenían miedo a los grandes y fieros animales y debían comer como “limas”. Por la estructura de los huesos de su pelvis, llamada cariñosamente “Elvis”-¡qué bien se lo pasan los arqueólogos poniendo motes!-, tenían una potente cadera, pero su reducido canal pélvico hace pensar a los investigadores que la dificultad de los partos pudo ser la causa del fin de los neardenthalenses. Es decir, que la competencia entre esta especie y los sapiens se saldó, por cuestiones de cadera, a favor de los últimos, es decir, nosotros.

Pero en Atapuerca también habitó antes de estos el “homo antecesor”, el propietario de la mandíbula, “antecesor” y progenitor de neardenthalenses y sapiens. Cuestión de genealogía. Todo cosa de arqueólogos.

¿Ciencia o imaginación? Los arqueólogos, mientras tanto, siguen rebuscando.

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