martes, 27 de mayo de 2008

Tirofijo

“Tirofijo”, “Marulanda” ha acabado su vida de infarto oficial, al final del invierno, mes arriba, mes abajo. La fecha y la causa exacta solo las saben las FARC.


Arturo Alape, historiador oportuno, relató sus tres muertes, de cáncer, de bala, de herida gangrenada, aunque enseguida tuvo que resucitarlo. Setenta y ocho años sin coger una pulmonía, ni reuma, ni caer en una depresión, a pesar de las humedades y el agobio traumatizante de la selva. Está claro: Es sano vivir en la naturaleza.
Desde 2002 no se le había visto. Aquel año, “los medios” le presentaron de paseo, toalla al pescuezo, con el presidente Pastrana de fino sport, interpretando una comedia de “conversaciones pacíficas” por interés mutuo, pero, rápidamente, “Marulanda”, cínico, rompió el pacto. Nunca cumplió ninguno.

Su identidad: Ni “Marulanda” ni Manuel, sino Pedro Antonio Marín. “Tirofijo”, nada de escuela, fue un chaval díscolo, que se entretenía manejando el machete y escuchado, embelesado, los tangos de Carlos Gardel. En su adolescencia fue campesino, leñador, albañil, panadero, vendedor de dulces, tendero, todos ellos trabajos eventuales hasta que encontró su auténtica vocación, cuando huyó de casa y se hizo montaraz, terrorista.
Se enroló en la guerrilla para combatir a la “rasca conservadora”, acabar con las desigualdades sociales, políticas, económicas y cambiar el mundo. Fusil en mano, culata al hombro, se dedicó a practicar, practicar y practicar, abusando de la munición: “Idea fija y tiro fijo”. Hasta su muerte.


Era determinante, lacónico, frío, callado. Pronto se puso por su cuenta y creo las FARC, ejercito itinerante y selvático, engañó a los presidentes Betancourt y Pastrana y se hizo marxista-leninista bolivariano.
Era el más viejo de todos los guerrilleros y el más certero: ”Donde el ojo, la bala”. La leyenda dice que apagaba de un tiro colillas de cigarrillos a 60 metros de distancia. Fue antes, durante y después de “el Che”, míticos e inútiles ambos, aunque no hay comparación entre el idealizado rostro de “el Che” y la aburrida y arrugada cara de “Tirofijo”.
Fue cruel en sus métodos: secuestros, torturas, desplazamientos, extorsiones, reclutamiento de menores, robos de ganado, minas, armas químicas, cilindros de gas, animales-bomba, coches-bomba, carretillas-bomba, bicicletas-bomba… todos, como se ve, artilugios muy inteligentes.
Después llegó la “caída del muro” y la guerrilla evolucionó del comunismo al narcotráfico. La guerrilla como forma de vida sin objetivos políticos. Las FARC en 2003 sacaron 66 millones de dólares del “gramaje”, impuesto a sembradores y “carteles” de la coca. Dinero fácil para mantener los 10.000 terroristas. Hoy las FARC son una empresa de narcotraficantes.
A “Tirofijo le ha llegado la hora. Por fin, ha bajado a los infiernos. El “rabilargo” y sus secuaces le han recibido con pancartas, banderas y a “tirolimpio”. Han declarado unos días de fiesta, de jolgorio, de desmadre.
“Tirofijo”, que siempre estuvo en guerra, descansará ya en paz, pero más en paz descansará Colombia sin él.