Las Bolsas por los suelos. Caída a plomo. ¡Ooooh, maldición! Los expertos pontifican: La culpa es del sistema capitalista, de la irracionalidad de los mercados, del torbellino de la especulación, de la burbuja vacía, de la irrefrenable codicia humana. Los recursos se han dedicado a operaciones especulativas, no a actividades productivas. Los mercados de “derivados” han negociado títulos que nacen de haber comprado títulos, que resultaban de haber comprado otro título, que compró otro... Papel, todo papel, nada más que papel. Ha habido cada vez más especulación, pero también cada vez más riesgo. Un eslabón de la cadena saltó por los aires y la fortaleza de la cadena, que es la de su eslabón más débil, se quebró. Se ha roto la ganancia de “papel”. Las generosas “inyecciones” de dinero de los Bancos Centrales no sirvieron de nada. ¡Gobernantes cretinos, cómplices, pirómanos de la crisis!! En fin, es el reajuste de los mercados desbocados.
¡Al grano…! ¡Que cada uno aguante su vela! ¡A quien Dios se la de, San Francisco se la bendiga! ¡A quien le toque, que se “joda”!. ¿Lo peor está aún por venir? ¿Dónde va el dinero de quien vende? ¿Quién compra, si no hay dinero? Indecisión: ¿No vender cuando hay pánico? o ¡coge tu dinero y vete! En este caso: ¡Maricón el último!
Mientras tanto, los visionarios se “forran”. ¡Ya lo decía yo! Los agoreros se multiplican.
¿Habrá catervas de limosneros, pedigüeños, aumentará el número de suicidios, se harán rogativas al Señor, habrá una revolución, dimitirán los responsables? A la mayoría de los habitantes de Burkina Faso les da igual, porque no pueden ser especuladores.
Hoy, viernes negro, la mano invisible de Adam Smith ha actuado, poniendo en su sitio a los mercados.
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