Ante las “ráfagas de ametralladora y ensalada de tiros” la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, se tiró en plancha “tras la mesa de recepción del hotel Taj-Majal, escuchando los silbidos de las balas sobre mi cabeza. Después tuve que atravesar el laberinto de cocinas, lavanderías, despachos de directores, salón de bodas, buscando una salida que no encontraba ... Aquello, fue una odisea, iba descalza, saltando sobre charcos de sangre.... Estába muy preocupada, porque pensaba que los terroristas podrían entrar en el hotel e ir a por los que allí estábamos.... Después llegaron los agobios y atascos hasta llegar al aeropuerto”.
Todo esto lo contó (los entrecomillados son textuales) en una improvisada rueda de prensa, vestida con falda y blusa de estar por casa.
Así lo cuenta, como si fuera una aventura, sintiéndose Rambo o Indiana Jones, pero no dice que salió huyendo, dejando en la estacada a sus acompañantes empresarios. Para Espe aquello debió ser el “¡sálvese quien pueda”! o “¡en retiradaaaa! o como se decía en la mili, “¡maricón el último”!
En este caso no ha ocurrido como en el mar, donde el capitán es el último en abandonar el barco.
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