lunes, 14 de abril de 2008

14 de abril. La II Republica

Hace 77 años, el 14 de abril de 1931, a las 6:30 de la madrugada, Mateo Careaga, el concejal más joven de la corporación recién elegida, militante de Acción Republicana, colocaba la bandera tricolor, “la morada”, en el balcón del Ayuntamiento de la localidad guipuzcoana de Eibar. Los republicanos de esta ciudad habían sacado mayoría en las elecciones celebradas el día anterior. El ejemplo cundió por la mayor parte de los municipios de España a lo largo del día siguiente.
Y es que España se había acostado monárquica y amaneció republicana. Por la tarde, al ponerse el sol, toda España ya estaba con el nuevo régimen triunfante.

"La República (la 1ª) murió
La pusieron a enterrar
Le echaron poca tierra
Y ha vuelto a resucitar".

A esas horas de la noche el rey tenía las horas contadas. No encontró apoyos. Nadie acudió en su ayuda. Los intentos de La Cierva por utilizar las fuerzas de Seguridad y el Ejército fracasaron, pues Sanjurjo, director de la Guardia Civil se negó a actuar, dejando que los acontecimientos hiciesen historia.


El Comité Republicano se autoproclamó Gobierno Provisional de la República y, a la mañana siguiente, las masas, la muchedumbre, el pueblo, empezó a explosionar en un jolgorio y jaranero ambiente festivo, encaminándose a las Casas Consistoriales de pueblos y ciudades, dispuestos a colocar la bandera morada en ventanas y balcones, a subirse a las farolas y a los autobuses para demostrar el apoyo al nuevo régimen.


La resaca de regocijo y diversión duró unos días, porque todo empezó a torcerse enseguida: Los nuevos gestores no supieron administrar bien el país, la derecha montaraz y cavernícola empezó a conspirar y la izquierda rojiza e incendiaria a aprovecharse de las libertades para preparar su “lunática” revolución.

"Si los curas y frailes supieran
La paliza que van a llevar
Subirían al coro gritando
¡Libertad, libertad, libertad!"

Las “gentes-bien” decían que la libertad se convertía en libertinaje, a los políticos enchironados les abrieron los cerrojos de los calabozos, saliendo “a revueltas” más de algún “chorizo”, las monjas pacatas aceleraban sus rezos, los curas, haciendo exagerados aspavientos, anunciaban catástrofes múltiples desde el púlpito, los libertarios se daban al desmadre, los obreros fabriles levantaban el puño y los asalariados, jornaleros de despiadados terratenientes, enarbolaban la hoz.


Negros nubarrones en el horizonte.

Mucha inconsciencia irresponsable: El fascismo derechil y el comunismo izquierdoso aplastaron a los pocos republicanos sensatos.

El rey, mientras tanto, conduciendo su propio automóvil, iba camino del exilio, para llegar a Alicante “antes de que se ponga el sol”, como le había amenazado el conde de Romanones. Alfonso XIII había cometido muchos errores. Los españoles no le querían como rey.

"Un hombre estaba cagando/y no tenía papel /pasó el Rey Alfonso XIII /y se limpió el culo con él".

La irónica letra del himno de la República, el llamado “Himno de Riego”, retumbaba en su cabeza por la interminable llanura de La Mancha, camino del exilio.

¡Lástima! La II República fue la gran ocasión perdida.

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