lunes, 31 de marzo de 2008

El Plan Marshall

Hace 60 años, el 31 de marzo de 1948, se aprobó el Plan Marshall a iniciativa del secretario de Estado de EE. UU, George Marshall.


Hacia 1948, Europa estaba devastada por la guerra: heridos, familias destrozadas y sin vivienda, ciudades destruidas, escombros, hambre, destrucción de infraestructuras…La recuperación llevaría tiempo. Europa, no sólo no tenía dinero, sino que estaba endeudada con EE. UU., que le había prestado y abastecido durante el conflicto.

EE. UU., en cambio, no tuvo el mínimo destrozo, no vio la guerra. Los años bélicos fueron los de más desarrollo económico de toda la historia, hasta entonces. Sus fábricas y sus campos abastecieron de armas, productos y alimentos a una Europa sin actividad económica. Sus reservas de oro seguían intactas. Tras la guerra sus industrias se reconvirtieron produciendo bienes de consumo, pero ¿a quien venderlos? Pues, a Europa, que aún no los producía.

La idea fue ésta: Si EE. UU. concedía a Europa créditos para su reconstrucción, los préstamos los utilizarían los europeos para comprar los productos necesarios a quien los producía, EE. UU. Así, el dinero prestado volvería a su lugar de origen al comprar productos y además Europa debería devolver el préstamo. Europa se reconstruiría, pero en dependencia de EE. UU. Este sería un negocio redondo para EE. UU.

Este plan económico, además, traería beneficios en el aspecto político: Los países europeos, destrozados por la guerra, malvivían, pasaban hambre, sus condiciones de vida eran lamentables. La soviética URSS hacía su labor destructiva, fomentando críticas, manifestaciones, huelgas, contra el sistema capitalista de Europa Occidental, incapaz de proporcionar una vida digna a sus ciudadanos, poniendo al comunismo como ejemplo de régimen justo y saludable.

La URSS apoyaba y financiaba en Europa Occidental a partidos comunistas con el fin de aprovechar la mala situación económica en sus países, para hacerse con el poder y establecer en ellos regímenes comunistas. La pobreza de Europa empujaba a los ciudadanos a afiliarse masivamente a partidos comunistas. A EE. UU. le daba miedo la visión de una Europa totalmente comunista.

La idea anterior quedaba reforzada: Prestar dinero a Europa para que tuviera una rápida recuperación y mejorasen las condiciones de vida de sus ciudadanos. “Cuando se tiene dinero y el estómago está lleno, desaparecen las ganas de ser comunista”. Con unos abultados préstamos los países de Europa jamás caerían en las garras del comunismo. EE. UU. sería el salvador de Europa.

George Marshall y su equipo presentaron la idea al Congreso, que rápidamente aprobó un plan, que se llamó “Plan Marshall”.



Manos a la obra, sin esperar más tiempo. A Europa llegaron en tres años 13.000 millones de dólares de los de entonces. Fue una riada de dinero fresco.

Estados Unidos logró lo que buscaba: Cuando se acabó de aplicar el Plan, la economía de todos los países europeos participantes había superado los niveles de antes de la guerra y en las dos décadas siguientes, Europa Occidental alcanzó un crecimiento y una prosperidad sin precedentes. Europa sería capitalista, jamás comunista, y dependería durante muchos años de EE. UU. de quien recibía la ayuda.
El resultado final: EE.UU. hizo la mejor inversión de toda la Historia y reafirmó su superioridad. Europa se recuperó y la URSS quedó marginada e introvertida en su comunismo.

¡Qué listos los norteamericanos aprovechándose de la guerra en otros países!

Ya se sabe que a España la dejaron al margen, porque era un país seguro, anticomunista. Franco, mientras Europa crecía en la opulencia, se “moría” de ganas por entrar en el “Plan Marshall”, pero no “cayó esa breva”. El “generalísimo” sólo pudo apoyar la elaboración de una película, “Bienvenido Mr. Marshall”, que ilustra la frustración, penitencia y docilidad de los españoles de entonces.

Todo esto hace exactamente 60 años. Sólo “el americano del norte”, el tío Sam, y pocos más, alcanzaron a percibir la trascendencia de este Plan.

No hay comentarios: