viernes, 28 de noviembre de 2008

Esperanza Aguirre en el infierno de Bombay

Ante las “ráfagas de ametralladora y ensalada de tiros” la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, se tiró en plancha “tras la mesa de recepción del hotel Taj-Majal, escuchando los silbidos de las balas sobre mi cabeza. Después tuve que atravesar el laberinto de cocinas, lavanderías, despachos de directores, salón de bodas, buscando una salida que no encontraba ... Aquello, fue una odisea, iba descalza, saltando sobre charcos de sangre.... Estába muy preocupada, porque pensaba que los terroristas podrían entrar en el hotel e ir a por los que allí estábamos.... Después llegaron los agobios y atascos hasta llegar al aeropuerto”.
Todo esto lo contó (los entrecomillados son textuales) en una improvisada rueda de prensa, vestida con falda y blusa de estar por casa.

-"Yo llevaba unas alpargatas que perdí en el momento que tuve que tirarme al suelo. Estuve descalza todo el tiempo. Hasta al aeropuerto llegué descalza, pero recordé que tenía unos zapatos de vestir en una bolsa y entonces me los puse. Pero al llegar a la escala que hicimos en pista, donde hacía tres grados bajo cero, quitarme los calcetines del avión me parecía un atentado. Entonces, así llegué a Barajas. La verdad es que no pensé ello. A lo mejor se ponen de moda los calcetines sandalia". Es decir, que estando en la cincuentena, llevaba aspecto de niña-pija con calcetinitos blancos.

Así lo cuenta, como si fuera una aventura, sintiéndose Rambo o Indiana Jones, pero no dice que salió huyendo, dejando en la estacada a sus acompañantes empresarios. Para Espe aquello debió ser el “¡sálvese quien pueda”! o “¡en retiradaaaa! o como se decía en la mili, “¡maricón el último”!
A Bombay había llegado la presidenta con una docena de escogidos empresarios, buscando proyectos de cooperación e inversiones en la India, país emergente. La mayor parte de los empresarios y acompañantes se quedaron muchas horas retenidos y temiendo por su vida, pero ella se zafó y se puso a salvo. ¡Vaya líder-esa!
Después de tres días ya van 155 muertos y más de 300 heridos. La odisea no es una broma.
En este caso no ha ocurrido como en el mar, donde el capitán es el último en abandonar el barco.

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