domingo, 7 de diciembre de 2008

Los toros

Luis Fernández, presidente de la corporación TVE, ha declarado en el Senado que las emisiones de las corridas de toros suponen pérdidas económicas para el Ente, porque la audiencia ha bajado, los anunciantes no quieren comercializar sus productos publicitarios durante las corridas y los costes de los derechos televisivos se están poniendo muy caros.

El Senado también debatió los posibles perjuicios que pueden producir las corridas de toros si se emiten en horarios infantiles, al final, se acordó dejar la decisión de que las vean los menores a la responsabilidad de sus padres. ¿Lavado de manos o excesivo proteccionismo infantil?
Malos tiempos le esperan a la “fiesta nacional”. Una corriente anti taurina cada vez con más empuje se ve venir por el horizonte.

Es verdad que hay una tradición milenaria para utilizar a los toros como entretenimiento festivo desde la cultura minoica de Creta. En España esta afición se reactivó a partir de la edad moderna, fue a más en los tres últimos siglos y no ha sido cuestionada hasta hace unas décadas, pero desde hace unos años el ecologismo está frenando frontalmente esta afición.
Para los partidarios de la abolición de los festejos, los toros son “cosa de cuatro bárbaros desaprensivos, que no refleja de forma generalizada el sentir popular".

Numerosas voces se enfrentan en torno al tema de las corridas de toros. Mientras algunos las ven como un arte y una tradición imprescindible, otros piensan que es un negocio salvaje y un bochornoso espectáculo.

Para algunos exagerados, acabar con los toros sería una forma de empezar a romper España, otros argumentan que es parte irrenunciable de la idiosincrasia de este país y que forma parte de la entraña, la cultura y el alma española. Sin embargo, estos motivos son considerados como excusas por quienes tachan el espectáculo taurino de burdo negocio y, por ello, piden su abolición.

"Una práctica en la que un individuo le revienta los músculos de la espalda a un animal, lo deja tetrapléjico y logra que se asfixie con su propia sangre no es arte, es una masacre "reglada"", expresa Alfonso Chillerón, presidente de la Asociación Nacional Para el Bienestar Animal (ANPBA).

¿Hay respaldo social? Los partidarios de los festejos taurinos (corridas, encierros, fiestas de pueblos…) son minoría en el total de la población. Según la consultora Gallup, el 70% de los españoles no tiene ningún interés por los toros, frente al 30% restante, para quienes resultan algo o muy interesantes. Otros, en cambio, dicen que, si los toros se mantienen, es porque la gente quiere y que el 90% de los pueblos de este país no concibe sus fiestas sin toros.

Respecto a los espectadores: En Cataluña, el nivel cultural de la gente que va a los toros es muy bajo, son casi analfabetos, marginales, sin embargo, en Sevilla van los señoritos. Hay políticos y alguna princesa, que asisten a los cosos taurinos, mientras otros y la reina los aborrecen. Isabel II, la reina castiza, perdía el culo por ir a los toros, aunque tampoco es un buen referente, sabiendo sus escasas inquietudes éticas.

Los “dinerillos”, el negocio de los toros, es otro punto importante: Yo intuyo que la "Fiesta Nacional" debe mover mucho dinero. Pero calcular la cifra exacta no es fácil. Habría que tener en cuenta el precio de las entradas de las que el Estado se lleva un 16% de IVA de lo recaudado en cada corrida, la venta de animales, que gira en torno a los 30.000 euros por ejemplar, las retransmisiones, el precio de la carne, las subvenciones de la UE al ganado bovino, incluidos los toros bravos, etc. En fin son muchas las entradas de dinero que suponen los toros.

¿Y los turistas? Es sabido que los paquetes de viajes que se ofertan en el extranjero incluyen presenciar una corrida de toros, pero también es verdad, que la mayor parte de los turistas salen llorando de la plaza al final de la corrida.

¿Qué piensan las autoridades de la UE? Las presiones procedentes de fuera de nuestras fronteras contra los espectáculos taurinos llevaron al Parlamento Europeo, el pasado día 12 de octubre, a plantearse una petición para prohibirlos. La iniciativa partió de la alemana Elisabeth Jeggle, del Grupo Popular, basándose en el "sufrimiento de los animales", como ocurre también en las peleas de perros o de gallos. La votación electrónica fue tajante: 178 votos a favor y 412 en contra.

¿Quiere esto decir que la fiesta taurina no tiene nada que ver con las peleas de gallos o de perros, y que la ciudadanía europea respeta las tradiciones de cada Estado?

Vistas así las cosas, la abolición de la fiesta no es previsible por ahora. Los aficionados de edad seguirán sin perderse la ocasión para ir a la plaza y en las fiestas pueblerinas con sus encierros seguirá habiendo una fuente de aficionados permanente, pero las trabas, permisos y requisitos ya están ahogando la temeridad y libertad sin límites, que había antes. Los más fervientes aficionados se quejan de que los toros son mansos, que no les dejan arrimarse a ellos, ni achucharlos, que, poco más, y les van a obligar a acariciarlos, que les ponen multas por ponerle al toro las manos encima del lomo… Y no acuden a los encierros. “Así no hay quien vaya”, dicen.

Malos tiempos para la “fiesta nacional”.

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