lunes, 8 de diciembre de 2008

La revolución de Pancho Villa

El 6 de diciembre de 1914, hace 94 años, Villa y Zapata hacían su entrada triunfal en la capital, Méjico. Era durante la revolución. El cine rudimentario y la fotografía, aún nerviosa, hicieron posible que percibamos hoy aquel show. La revolución mejicana fue una sucesión de corridos.

Subían a las iglesias
A repicar les campanas
Y las bandas por las calles
Iban tocando dianas.
Aquel fue un desfile desordenado con “vivas” a los líderes, pausados y cansinos, los balcones, abarrotados de gente, con banderas, muchos mirones, caballos y jinetes con pantalones ajustados a las piernas, cananas cruzando el pecho en X, amplios sombreros de hongo y ala ancha, tapando la oscura cara y, sobre todo, muchos bigotes y sombreros.
Acá viene Pancho Villa,
A su lado va Zapara
Las mujeres les animan
Los ricos les dan la espalda
Fue una entrada sin destino, para nada. En el salón presidencial ambos revolucionarios, tozudos, se cedían el mérito de sentarse en el sillón, Villa, más terco, acabó ganando. Abiertos de piernas, receloso Zapata y sonriente Villa, se les ve recostados en los respaldos, rodeados de un montón de ojos, bigotes y sombreros. Todos mirando a la cámara del fotógrafo.

Después el banquete de honor. Villa, tosco con la cuchara, Zapata, limpiándose el bigote con el dorso de la mano, al lado los políticos, astutos, esperando sacar partido.
Fue un triunfo revolucionario inútil, una oportunidad desaprovechada. No tomaron el poder, porque no sabían gobernar ni administrar. Villa, que no aprendió a leer, se retiró a su hacienda.
La revolución llegó
Todo el mundo la esperaba
Quien pudo cogió fortuna
Otros quedaron sin nada

Pancho Villa, “el centauro del norte”, expansivo, extrovertido, siempre dicharachero, chulesco, astemio, machista.

-“Sólo tengo tres vicios, los buenos caballos, los gallos valientes y las mujeres bonitas…”.
No se sabe con certeza cuantas mujeres tuvo, pero si se sabe que se casó por la ley como 75 veces, que al final, sólo siete reclamaron ser sus legítimas esposas, que, al momento de casarse, rompía el acta.
-“Panchito era un hombre con mucho pantalón…”, dijo una de ellas.
Bárbaro, colérico, no dudaba en ejecutar a los enemigos y a cualquier desleal, ahorcaba con alambres o les prendía fuego…
-“Estoy harto de matar…”
Huido por el asesinato de su jefe, fue un bandido, que hizo del saqueo y el robo su modo de vida, hasta que los oponentes al dictador Porfirio Díaz le reclutaron para sus intereses: Madero, Huerta, don “Venus” Carranza, Obregón, con los que acabó tarifando.

Todos pelean la silla
que les deja mucha plata;
en el Norte Pancho Villa
y en el Sur Viva Zapata!

Tuvo su propio ejército, “los Dorados del Norte”, dicen que financiado con dinero de Alemania. Acudían a él los perseguidos, marginados y morralla sin oficio ni beneficio, esperando medrar con el botín de los saqueos, que también repartía entre los “pobres”, “a lo robinhood” o como Curro Jiménez. Los “Dorados” eran algo así como el “grupo salvaje” de Sam Peckinpah.
Ya llegó con sus valientes,
Pancho Villa el guerrillero,
¡Pa' sacarlos de Torreón!
Y quitarles hasta el cuero!
Nunca fue capturado: dormía cada noche cambiando de sitio varias veces, se salvó, a menudo, disfrazado de mujer, ponía al revés las herraduras a sus caballos para despistar a sus perseguidores. Era buen organizador, tenía carisma, pero sus tácticas eran primarias, como poner sombreros sobre las estacas para simular falsos ataques o más soldados de los que llevaba, trasladaba en tren a soldados, montados, sin bajar de sus caballos…

Fanfarrón, se hacía acompañar de corresponsales de periódicos, su favorito era John Reed, concedía entrevistas, hizo un contrato con Hollywood para filmar sus batallas e, incluso, sus tropas recibieron a veces uniformes nuevos para rodar algunas escenas con la mejor imagen.

En 1918 Alemania perdió la guerra y dejó de llegar el dinero. En 1820 el sonriente Villa, ojos de pillín, depuso las armas y se retiró a la hacienda de Canutillo en Durango, que el gobierno le concedió en propiedad por “los servicios prestados a la revolución”.
-“Se dedicaba a ir por la sierra en solitario y a recuperar tesoros que había escondido…”
El nuevo presidente Obregón, ante el temor de que Pancho Villa nuevamente se levantara en armas, decidió matarlo. Mediante una emboscada organizada por pistoleros a sueldo de familiares de antiguas víctimas de Villa, fue asesinado a tiros.

Pero la envidia y traición,
Que se arrastraba escondida,
Esperaba la ocasión
Para arrancarle la vida.

Era la tarde del día 20 de julio de 1923. Pancho Villa murió en su coche, alcanzado por 47 balas de pistola cuando se dirigía a una fiesta familiar en la ciudad de Parral.

Y muy cerca del Parral,
Sin descubrir aún el móvil,
Mataron al General
Que guiaba su automóvil

-"Parral me gusta hasta pa’ morirme…".

La revolución mexicana fue un cruel jolgorio, un corrido y Pancho Villa el animador protagonista.

Duerme en paz porque tu nombre
Cual astro en la historia brilla:
Será inmortal el renombre
Del general Pancho Villa.

1 comentario:

Anónimo dijo...

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