jueves, 7 de agosto de 2008

Las plataformas de Letizzia

La prensa del corazón ya sólo ve plataformas.


¡Siiii! La rosada prensa del corazón española vuelve a “las andadas” con las familias reales o, a lo mejor, éstas extreman su prudencia para no salir desplumadas. El caso es que “los medios” vuelven a dar incienso a la realeza con el botafumeiro, vuelven a la adulación y a la ñoñería. Ya no “dan caña”. Hasta Chavez ha venido, falsamente sumiso, a reconciliarse con SM a cambio, claro, de la compra del Santander venezolano.



Es un verano muy aburrido. Añoro al oso Mitrovan y a la revista satírica “EL JUEVES”. Además, no todos los “mayestáticos” han ido a Mallorca, al regateo no se le ha dado publicidad, SM ya no va la “caña” del “Bribón” y, todos en bandada, se van a ir a China de espectadores olímpicos privilegiados, dejando al cotilleo sin alicientes. Las cuñadas hace tiempo que ya están desplazadas, porque la intrusa más preparada e inteligente, ha compensado con creces los problemas derivados del color de la sangre. Aquella periodista televisiva, experta ella, ha ido aprendiendo el difícil oficio de las majestades, allá arriba, lejos ya de la muchedumbre, aquí abajo.

Por los palacios de Europa nada de nada: Camila Parker ha estabilizado y desanimado con sus arrugas al orejudo Carlos -¡Ah aquella princesa Di, la de los ojos tristes y anoréxica!-, los hijos de éste se han formalizado, las de Mónaco ya no escandalizan con empleados de circo y los nórdicos están fríos, congelados.


Así que sólo quedan los zapatos Loubotin, plataformas y tacones tapacomplejos de Letizzia. La moderna Cenicienta trata de superar, ya desquiciada, sin posibilidad de éxito, los 35 cms. de diferente estatura conyugal.

En fin, sólo nos queda esperar qué puesto ocupará Letizzia en el ranking o “Top Ten”, que todos los veranos sortea, a la lotería, la revista “Vanity Fair”, según el atuendo con que se han vestido, las que pueden hacerlo, a lo largo del último año. ¡Quien sabe, hasta la asturiana puede acabar de “top model”!

¡Cómo se echa de menos aquel “A ver si te callas”!

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